Yahaira Plasencia: “Nunca me arrepiento de nada de lo que hice, todo ha sido aprendizaje”

No tenía juguetes. Un poco por razones económicas y otro tanto porque no le gustaban; en todo caso, no los convencionales. Jugaba a vender especias. Cuando iba, con su madre, al mercado Limoncillo del Rímac miraba con atención a las señoras que vendían especiería. Cómo abrían, con el pulgar y el índice, la boca de una bolsa transparente. Vertían con una cuchara un sol de ajo molido o dos soles de ají panca. Todo sin manchar la bolsa, para luego cerrarla con un lazo preciso. Una exhibición esmerada e impecable. En casa, con su hermano imitaban aquel oficio. “Ese era mi juego de chiquitita”, me dice y ríe sobre sus días de infancia en el jirón Marañón, donde hasta hoy vive su hermano.

Yahaira Plasencia estrena "Noche de copas". (Foto: Javier Zapata).

Barrio al que ha vuelto. Esta vez con 29 años de edad y una popular carrera como cantante. Volvió para grabar el videoclip de “Noche de copas” en el cerro San Cristóbal. Es lo nuevo de Yahaira Plasencia, una adaptación en salsa de la canción que hizo conocida María Conchita Alonso. Tema que es parte del disco Yahaira: Éxitos de Juan Carlos Calderón, en alusión al exitoso compositor que en sus mejores épocas creó canciones para artistas como Luis Miguel.

En aquella infancia perdida también hubo lugar para las peleas en el colegio. Recuerda a Angie, su compañera de sexto grado. Tanto la molestaba, que se fueron a los pelos. Las llevaron a la dirección. Pero el director defendió a Yahaira, entonces brigadier general y primer puesto en el salón. “La señorita Plasencia nunca ha tenido problemas, es una alumna intachable”, se pronunció. Cinco años después, llegaron las primeras malas calificaciones. En el último año, reprobó cuatro cursos. Ya empezaba con los shows, ya modelaba, hacía circo, bailaba con Tracy Freundt y Brenda Carvalho y entró a Son Tentación. Veloz ascenso que quizás ni ella lo advirtió, pero que hoy —pese a todo— sigue cuesta arriba.

-Te veo estable en tu carrera musical.

En todo el sentido de la palabra.

-¿A qué lo atribuyes?

Antes a veces yo decía: “Soy joven, soy soltera, hago esto, hago lo otro”. Pero mi imagen la fui manchando poco a poco. Entonces, generas anticuerpos de la gente y promotores de conciertos. Ahora trato de que me vean solo en lo musical.

-¿Te emociona volver al Rímac o te cuesta adaptarte, ya que hoy tu realidad es otra?

Uno siempre tiene que acordarse de dónde salió, de dónde viene. Siempre es bueno pisar tierra. Uno puede tener comodidades, pero te han costado, no las tuve de un día para otro.

-¿Qué tanto te costó?

¡Muchísimo! He trabajado desde chiquita, desde los 8 años, y ganaba 15 a 20 soles por show; cuando era muñeco, ganaba 30 soles. He sacrificado mis estudios, porque estudiaba Traducción de Idiomas en la San Martín. Pero yo quería lo artístico. Además, tenía que ayudar a mis papás, en la casa hacía falta eso.

-En medio de la precariedad, ¿por qué eliges ser cantante o bailarina?

Fuente: Peru21

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