El presidente del Consejo de Ministros, Alberto Otárola, se encuentra sentado en la antesala del despacho presidencial. A un lado de él, golpeando las teclas de la computadora, la secretaria de la presidenta Dina Boluarte luce concentrada en el monitor.
—Señorita, una consulta —dice Otárola, tratando de elegir bien sus palabras—. ¿Pasa algo con la presidenta?
La secretaria arruga la nariz y deja de teclear. Luego, como si fuera un movimiento que le costara una enormidad, mueve la cabeza hacia el premier.
—¿Cómo dice?
—Le pregunto si le ocurre algo a la presidenta. Antes de venir la llamé un par de veces.
La mujer da un largo suspiro.
—Mire doctor, no lo escuchó de mí, pero la presidenta está que echa chispas.
Los ojos de Otárola se abren y el marco de sus lentes se elevan a la vez.
—¿Y eso por qué?
—Porque han cortado el agua aquí en Palacio.
—No puede ser. Yo vengo directo de mi casa.
—Parece que justo cortaron cuando la presidenta se estaba bañando y su cabello…